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GESTALGAR-CUEVA DE LOS DIABLOS

Día 30 de Septiembre de 2006

CAMINANTES, 28: Toni Fernández, José-Vicente, Pepe Veses, Carlos Peñarrocha, Manolito, Rafa Figueres, Pepa, Cintero, Novella, Valentina, Ana, Manolo Rizo, Cecilia, Renau, Maribel, Amparo Macián, Amparo y Julia Sala, Lavarías, Paqui, Pedro Fuente, Ricardo, Virtu, Concha, Belén, Juan Pérez, Manoli y Juan Antonio.

Terminado el verano y pasado San Miguel, comenzamos una nueva temporada de senderismo, con una ruta inédita para la colla por los terrenos de Gestalgar. (Nadie se ha acordado de los instrumentos, y no tenemos medidas para el gráfico).
Desde el Bar Parada, habitual punto de partida, tomamos la carretera de Chiva y la dejamos a unos 2,8 km por la derecha, siguiendo la indicación “Camino del Campillo”. Dejamos un primer desvío a la izquierda “Camino Los Llanos” y otro a la derecha “Camino de Gabaldón”, siempre dirección El Campillo, por una estrecha carretera asfaltada que asciende fuertemente. Tras una media hora desde el pueblo, el terreno se hace llano y dejamos los coches en un ensanche a la derecha, frente a un camino que sale a la izquierda.
Nos ponemos en marcha a las 9,45 h, tomando este camino, que sirve de entrada a una casa sin ningún tipo de vallado y con algunos árboles en su entorno. Se deja la construcción a la derecha, y a unos 500 m, se deja también, un desvío a la derecha, y empieza un suave ascenso. Vemos las primeras señales de PR.
A las 10’05 h encontramos un abrevadero que se nutre de la fuente de la Peña Roja, unos 100 m adelante, pero ambos están secos; al igual que unas balsas construidas para proyectados regadíos en las inmediaciones, que, al parecer, se han quedado en proyectos.
De derecha a izquierda, destacan el Pico del Remedio, Pico Ropé y Pico de Santa María (5’).
Junto al extremo izquierdo del abrevadero, se deja el camino, por la derecha, tomando una senda con un desnivel más fuerte que hasta el momento. A veces no aparece muy clara, y, ante la duda, por la izquierda de los pinos más altos; en todo caso, sigue habiendo señales hasta la cueva.
A las 10’25 h, llegamos a la Cueva de los Diablos. Es grande, pero no es fácil de ver hasta llegar a su entrada, dicen que se utilizó como refugio de los Maquis en la posguerra. Dos o tres almeces que sobresalen entre la vegetación, y un grupo de pinos a la derecha sirven de referencia.
Tiene un amplio-gran “vestíbulo”, que desciende hacia el interior. Al fondo, una cavidad, más cerrada, pero accesible, al igual que otra a la izquierda. A la derecha, hay otra sala, cuyo acceso es más “discreto”, solo se puede entrar de uno en uno, y está oscura, hay que ayudarse de linternas. Una vez dentro hay suficiente espacio para varias personas y bastante altura, y hacia la derecha desciende bruscamente. Tanto en el exterior, como en los interiores hay estalactitas y estalagmitas, y columnas, y toda clase de formaciones kársticas grandes y pequeñas. Una preciosidad, perdida en la montaña.
La vemos en profundidad y con detalle, fotos incluidas, y almorzamos.
Reanudamos la marcha a las 11’15 h. Por encima de la cueva, casi monte a través, subimos hasta la cresta, desde donde hay una bonita vista a ambas vertientes: Bugarra, Villar del Arzobispo, Chulilla, La Mola de Segart, L’Espadá, Peñagolosa, el Remedio, el Ropé, los “molinos” de Buñol, –y no es un día especialmente claro-. Hacia el Oeste, se extiende la planicie de El Campillo como es llamada en Gestalgar; una alta meseta, de entre 700-800 m/a, que incluye también términos de Chiva, donde le llaman La Marjana; y de Siete Aguas, donde es La Valesa. El cordal se extiende de NO a SE (casi N-S) y es una pequeña elevación sobre esa meseta, que también era utilizado como vía pecuaria de Chiva a Chulilla.
Siguiendo una senda poco definida, pero sin interrupción, continuamos hasta el alto de La Caçoleta, el pico donde hay un poste-antena, y en el camino vemos una mamá cabra con dos cabritillos (no salvajes) resguardados tras unas matas.
Diez minutos para disfrutar del lugar, y regresamos por el mismo camino.
Llegando a la altura de la cueva, se puede bajar a buscar la senda, o continuar por la cresta hasta que se termina; teniendo a la vista en todo momento el lugar donde están los coches, no tiene pérdida, y la senda sigue, poco definida pero sin interrupción, hasta salir al camino.
Terminamos a las 13,05 horas, acalorados, pero satisfechos. (Unos 8 km, a ojo!).

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