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Albufera

CAMINANTES, 59: Jessica, Karl, Ballester, Fina Real, Jose-Vicente, Manolito, Amparo, Alberto, Carmen Estevan, Maribel, Pep Renau, Mere, Meitos, Alonso, Concha, Vergara, y sus amigos Carmen y Miguel Angel, Pep Alcácer, Amparo Macián, Vicente Macián y Adela, Maria, Pedro Fuente, Novella, Alamá, Pilar, Sumsi, Nino, Juan Pérez, Enrique Peris, Eduardo, Daniel, José Sanmartín, Cristóbal, Manuela, Maria José, Carmen Sanmartín, Benjamin, Cintero, Paquita, Rafael Lavarías, Siona y Andrés Torres, Belén y Ana, Alberto Jarabo, Ronald, Rafa Figueres, Vicente Ríos, Marisa, Manuela de la Cruz, Rafa Solaz, Rozalen, Virtu, Pura, Federico, Manoli y Juan Antonio. ¡¡ RECORD ¡! Esto no para de crecer; bienvenidos a los nuevos.

Ruta inédita en nuestro “repertorio” y casi impensable para algunos que siempre quieren “PICOS”.
Nos reunimos a las 9 h en el Centro de interpretación de La Albufera, situado nada más tomar la carretera de El Palmar, a la izquierda. En el centro, un guía nos explica las particularidades del Parque Natural, declarado en 1990; los terrenos que se han recuperado, las especies animales y vegetales que lo habitan, etc; subimos al mirador, y nos acercamos al observatorio, desde donde se pueden ver los patos y otras aves que en gran cantidad viven y anidan en este humedal. Los hay que residen todo el año y los que sólo están en invierno, que llegan del centro y norte de Europa; en cualquier caso, están a gusto porque hay muchos. También en verano llegan aves, esta vez de Africa, que tanto unas como otras, cada año recorren miles de kilómetros en sus vuelos migratorios.
Cuando termina la visita, volvemos a los coches, y nos trasladamos hasta el pueblo de El Palmar; a la entrada los dejamos en un aparcamiento.
Nos ponemos en marcha a las 10 h. Recorremos la larga calle de Els Redolins, salimos por el extremo opuesto, y giramos a la derecha, dirección a Sollana, hacia el Tancat de Zacarés, adentrándonos por los caminos que recorren los arrozales, ahora casi todos inundados. Hacemos el recorrido “AZUL”, de los marcados por el parque.
A las 10,50 h llegamos a una de las casas, con un gran “sequer” delante (El sequer es una era, donde se extendía el arroz cosechado para secar). En la puerta de entrada en unos azulejos, dice “Se construyó este edificio en 1949 por José Maria Puertes Micaela”. El dueño actual, así como las personas que con él estaban, muy amables, nos ofrecieron bebida, sacaron sillas para sentarnos, y respondieron a cuantas preguntas quisimos hacerles. Aquí almorzamos.
A las 11,20 h, continuamos camino, tomando, detrás de la casa, el que queda a la derecha, según llegamos. Seguimos hasta las 11,45 h, cuando llegamos al final de los arrozales, al borde del lago de La Albufera (4,8 km). Enfrente, entre la bruma emergen los edificios de Sollana, Almusafes, Silla y Catarroja (de izquierda a derecha). No hay buena visibilidad, pero el tiempo es estupendo, un día fresco de invierno, que a ratos tuvo sol, aunque se fue cubriendo de nubes a la tarde.
Después de unas fotos y parada para disfrutar del paisaje, regresamos por el mismo camino hasta la casa Puertes Micaela. (12,15 h.) Aquí tomamos a la derecha e iniciamos la vuelta hacia el Palmar, aunque, al principio, parece que vamos en dirección contraria.
Llegamos a las primeras casas a las 13,20 h y a los coches, a las 13,40 h después de 13,8 km.
A la entrada del pueblo, la señora Elena Marco, una enamorada de su tierra, nos dice que La Albufera nunca se acaba de ver. Que cada época, casi cada mes, tiene un paisaje diferente, y también es diferente al alba o al atardecer, o incluso de noche, con luna llena, que es una “pasada”. En su casa vemos los trajes de fallera que ya casi tiene terminados, a punto para las fallas.
Un recorrido diferente, pero estoy segura que a todos (o casi todos) les gustó hacer.

 

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